La pobreza en México
“En un país bien gobernado debe inspirar vergüenza la pobreza. En un país mal gobernado debe inspirar vergüenza la riqueza.”: Confucio.
En estos días se ha manejado abundantemente a través de la Televisión el tema de la pobreza, y nos hemos encontrado con que en México una de cada 8 personas viven en extrema pobreza, con hambre, sin comer regularmente y por consecuencia arrastrando enfermedades y fuertes cuadros de desnutrición.
Seguramente tú, al igual que yo y que muchos de nosotros, fuimos obligados a comer las verduras que nos servían en el plato, mientras escuchábamos la famosa frase de “hay niños en África que se mueren de hambre mientras tiras la comida”. Al parecer esta era la frase favorita de todas las madres ante los niños brócoli-fóbicos que condicionaban incluso el tiempo de juego ante la ingesta del vegetal.
Y hoy que somos adultos, nos detenemos un momento para meditar pues, ¿realmente los niños en África se mueren de hambre?, y ¿qué hay sobre los de México?, ¿y los del resto mundo? ¡Qué poco sabemos en realidad y qué tanta hambre tienen! Quisimos en esta ocasión resumir en números una de las mayores y más espantosas tragedias de la humanidad: el hambre.
En el año 2011 ya había en el mundo alrededor de 7,000 millones de habitantes distribuidos en los cinco continentes, según datos de las Naciones Unidas. 24,000 de ellos mueren diariamente de hambre y causas relacionadas; hombres, mujeres y niños que no conocen la sensación de estar satisfecho, ni el lujo de los sabores y gustos sobre ciertas comidas.
Las muertes por hambre abarcan el 16% de las muertes totales que suceden cada día y de estas, causadas por hambre, el 75% de las víctimas son niños menores de cinco meses. Las familias no encuentran alimento, nada que puedan ofrecer a sus hijos para mantenerlos con vida. Los padres quedan impotentes mientras ven cómo a sus hijos se les escapa la vida por no poder cubrir sus necesidades más elementales; cómo sus cuerpos se van haciendo cada vez más pequeños, niños que deberían crecer se consumen y quedan reducidos a un poco de piel sobre huesos.
La FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura, estima que al finalizar el 2012 había en el mundo un total de 870 millones de personas sufriendo de hambre y desnutrición, el equivalente al 12% de la población mundial. Esto significa que 1 de cada 8 personas en el mundo se va a dormir con hambre para despertar al día siguiente y seguir con hambre.
Tal vez 12% no parece una cifra muy grande, pero para ponerlo en perspectiva hagamos el siguiente ejercicio: si juntamos las poblaciones totales de Estados Unidos y Canadá el total sería de 841 millones de habitantes, 29 millones menos que los 870 que tienen hambre.
De 1990 a 2008 la cifra disminuyó, en 2008 había 130 millones menos que en 1990, pero a partir del 2008 el número no se redujo más.
El hambre es una de las necesidades básicas del ser humano. Todos sentimos hambre, no podemos evitarla, pero muchos de nosotros sabemos que para solucionarla solo basta con ir hacia la cocina y abrir el refrigerador, detenernos en una tienda o ir a un restaurante. Todos sentimos hambre pero no todos de la misma manera; piensa dos veces al decir “muero de hambre” y sobre todo, tú que tienes la fortuna de contar con un poco de alimento sobre tu mesa, trabaja y ayuda al que no lo tiene; si no, tu paso por este planeta habrá servido de muy poco.
Con relación a esto, ¿se ha dado cuenta usted que vive en Arandas si entre nuestros vecinos o la gente de nuestra ciudad existe la pobreza extrema? La respuesta es asombrosa, porque aunque no hay datos exactos sobre este tema en nuestra ciudad, existe en cantidades alarmantes este fenómeno, que es tocado en parte por las autoridades eclesiásticas que son las que más conocen al respecto y en el DIF municipal, donde también saben del tema, porque se reparten despensas a la gente necesitada, aunque se cuela al programa gente que en verdad no tiene necesidad de esas ayudas.
Y es que suele suceder que llegan personas de los ranchos a recoger la mencionada despensa en enormes camionetas, mientras quienes en verdad necesitan el apoyo, muchas veces ni siquiera pueden acudir al DIF por sus despensas.
Últimamente los arandenses se han vuelto insensibles al dolor ajeno, aunque sí hay quien se preocupe al respecto, unos pocos. La mayoría que está bien económicamente se olvida del dolor ajeno. Esperemos que la ciudadanía tome muy en cuenta la pobreza extrema, y si en su colonia existe alguien en esas condiciones, avisemos a las autoridades del DIF para que solucionen ese caso aunque sea en parte, porque al decir de algunos sacerdotes, la pobreza abunda en Arandas, aunque también se junta con la falta de educación y la flojera junto con los vicios, porque muchas veces el padre de familia lo que gana lo consume en alcohol o drogas y quien sufre las consecuencias es la familia, que muchas veces siendo niños, nada pueden hacer. Si tú puedes hacer algo, estás obligado por humanidad a hacerlo.